martes, 12 de enero de 2010

Día 11: ¡No voy a tolerar tu intolerancia!




Con este gráfico ejemplo del genial Alberto Montt comenzaré esta entrada que, con motivo de la diversidad, intento hacer un poco diferente.

En estos días ha estado muy de moda el debate/discusión/circo mediático-electorero sobre la reforma al código civil del DF que permite a las parejas homosexuales contraer matrimonio de forma legal. Impulsada por el PRD, dicha reforma no fue bien recibida por grupos conservadores y ultraconservadores de todo el país y ha llevado incluso a que el PAN amenace con promover la inconstitucionalidad de esta reforma en un intento desesperado de banearla.

Y aquí es donde comienza el divertido viaje de los discursos contradictorios, el doble sentido y la falsa moral.

Primero tenemos, por supuesto, a la iglesia católica quien, a pesar de que desde Benito Juárez vivimos en un país laico, siempre termina siendo protagonista en muchos temas jurídico/políticos de nuestro país. Era de esperarse su respuesta que consistió en una serie de acusaciones, desacreditaciones, reclamos, mensajes apocalípticos y negativas ante la reforma. La iglesia católica, quien aparentemente se ha convertido en portavoz oficial de todas las iglesias cristianas del país, no ha escatimado en recursos ni discursos para expresar su rechazo, desde afirmar que los "homosexuales no se van al cielo" hasta el grado de que el Papa ha asegurado que el matrimonio gay es un "atentado contra la creación". Tal cual, para la iglesia es claro: Los homosexuales son parias y terroristas.

De todas formas, no es como si alguien estuviera esperando alguna otra cosa. Este no es el primero ni el último tema sobre el cual la iglesia se pronunciará públicamente, sin embargo, el PRD hizo pronto una petición al gobierno de pedir a la iglesia 'prudencia' con sus declaraciones, vamos... en otras palabras, que se ahorre sus discursos. Por supuesto tanto las organizaciones de derechos humanos como el gobierno capitalino pidieron a la iglesia mostrar respeto para los ciudadanos que pudiesen verse aludidos y ofendidos con sus comentarios.

Ahora claro esto sólo pudo empeorar la situación, ya no se trata simplemente de que los gays puedan o no casarse ahora también es una discusión sobre si la iglesia debe o no opinar sobre los asuntos de estado. Sobre esto hay un par de cosas claras: 1.- La iglesia, al igual que cualquier persona en este país, tiene la libertad de expresar sus ideas estén o no de acuerdo con las ideologías de las autoridades y gobernantes. 2.- Este sigue siendo un pais laico, lo cual significa que aún cuando la iglesia puede opinar lo que mejor le parezca eso NO debe influir sobre las decisiones de estado, en otras palabras, la justicia y la ley deben ser IMPARCIALES, LAICAS e IGUALES.

Se agradece, por supuesto, la opinión de la iglesia... pero no se les puede olvidar a nuestros legisladores que la 'Ley de Dios' no es una figura legal real a ser considerada cuando se trate de asuntos de leyes civiles y que, aunque pertenezcan a religión alguna, y tengan sus propias creencias, el trabajo legislativo no debe ser discriminativo y en favor exclusivamente de los ciudadanos que se acoplen a sus gustos y necesidades.

Al respecto mi opinión y postura siempre ha sido muy clara, no concibo un mundo ético y justo donde existan ciudadanos de segunda clase, desigualdad, discriminación e intolerancia. Siempre he sido defensora de los derechos civiles e, independientemente de mi orientación sexual o gustos, creo que el matrimonio es un derecho humano. No comparto la visión de aquellos que están a favor de que una mayoría decida sobre los destinos de una minoría, sea esta cual sea, y repito la misma frase que declararan los legisladores del PRD: El estado NO debe decidir sobre los derechos de los ciudadanos, debe ASEGURARLOS.

Todos los días tengo la gran fortuna de convivir con heterosexuales, homosexuales, bisexuales, asexuales, omnisexuales (Y otros muy sexys y sensuales) y me queda claro que no encuentro diferencia sustancial entre ellos más allá de quien les roba el pensamiento. Estudian, trabajan, pagan impuestos, siguen las normas y las leyes, están inscritos en el registro civil y a los 18 se convirtieron en ciudadanos oficiales de este país, muchos de ellos ejercieron su poder y derecho legal y eligieron a esos gobernantes y legisladores que hoy se enfrascan en una disputa que a todas luces es ilógica e innecesaria. Y si pusiera a todos mis amigos de pie en una fila todos ellos serían ciudadanos "iguales ante la ley". Excepto claro los que no son heterosexuales.

Al final la pregunta que todos los mexicanos debemos hacernos no es por qué se aprobó esta reforma a la ley sino por qué no se había hecho antes...
Y más importante aún... ¿Por qué hay la necesidad de discutir este tipo de temas en un país que por ley es democrático?

Al menos algo para pensar.


-Juri-

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