miércoles, 29 de julio de 2009

Vivir con miedo

Últimamente he llegado a la conclusión de que en el mundo, especialmente en este pais, vivimos con miedo. Atemorizados. Temblamos.

No, no se trata de ese miedo producto de la creciente inseguridad, la fragilidad de nuestro sistema financiero, las nuevas pandemias o el próximo, muy próximo, fin del mundo. Vivimos con miedo, con miedo de nosotros mismos.

Me gusta vivir en la red, en internet, y suelo pasar horas y horas surcando entre cientos de páginas diferentes; la mayoría son páginas de ocio que no me dejan nada productivo pero cada cierto tiempo me topo con alguna, o con algún contenido, que hace que la búsqueda sin rumbo fijo valga la pena.
Ha sido en estos recorridos cuando he llegado a mi conclusión anterior, la gente tiene miedo de si misma, tenemos miedo de nosotros mismos.

Todo comenzó una tarde común con un correo en mi bandeja de entrada pidiendo mi apoyo a una causa que personalmente considero correcta, justa, lógica y buena. Todo lo que tenía que hacer era llenar un formulario con mis datos para entrar a la lista de los miles de internautas que, como yo, se proclaman a favor. Y fue ahí donde comenzó el proceso terrorífico de la inseguridad personal.

Es una cosa pensar, sentir, estar convencido, apoyar y proclamarse en silencio, para uno mismo, en tu mente y corazón... otra cosa muy diferente es ponerte encima una marca que te identifique como miembro de algo que, para otros, puede considerarse contrario o subversivo.
Que fácil es, en internet, cambiar ciertos datos, ciertos nombres, cierta información para poder secretamente apoyar la causa sin verse expuesto al ojo público que todo lo ve.

Fue entonces cuando la idea surgió en mi mente... ¿Cuántas veces había participado o leido foros de opinión? ¿Cuántas veces había usado o visto a otras personas usar seudónimos en ellos? Y no se limita a foros de opinión, la web es una gran herramienta para aprovechar el ilimitado beneficio del anonimato que nos envuelve en una falsa atmósfera de bienestar social al ver nuestros verdaderas opiniones y deseos expresados bajo el abrigo de los seudónimos o ips hackeadas; vamos... incluso nos hemos creado un mundo virtual paralelo donde podemos ser quien queramos, vivir como queramos, con el cuerpo que queramos y nadie nunca se tiene que enterar quien se sienta al otro lado de la pantalla.

Es que, en el mundo real, salir y decir quien soy es terrorífico. ¿Qué importa la influenza? Se queda corta ante la perspectiva del rechazo y la burla pública. Vivimos asi, insatisfechos, envidiando a aquellos que de alguna u otra forma han logrado, aparentemente, conquistar sus barreras y se expresan abiertamente, viven abiertamente y se ponen la camiseta, nuestra camiseta, esa misma camiseta que miramos cada vez que abrimos a solas ese cajón mágico y secreto.

Pretendemos, entonces pretendemos, que nos asusta la economía o una epidemia, que nos importa la situación mundial, que nos preocupa nuestro sistema político, el narcotráfico, los secuestros o el calentamiento global; utilizamos cualquier excusa que se nos ponga enfrente para sentir miedo de no tener el control de la situación, para no decir que lo que nos asusta es no poder controlarnos a nosotros mismos.

Al final, la ironía del asunto es que vivimos con miedo de ser quien somos y, al mismo tiempo, deseando algún día poder decir "Soy yo".

viernes, 17 de julio de 2009

Los placeres de la vida.

Son casi las 10 pm...

No hace mucho que volví del largo día de trabajo absurdo y vueltas y vueltas por el cumpleaños de mi madre; tengo hambre, sueño, ganas de tirarme a la cama y dormir...

Y entonces mi sobrina de dos años encuentra muy divertido gritarme "Cindy Santos" al oido con su vocecilla mientras mi gata salta de nueva cuenta para aterrizar sobre mi brazo, previamente arañado, con sus pequeñas y filosas garras después de su fracaso número 198747872 al intentar atrapar a la lagartija al otro lado del cristal...

Ahora mi pequeña sobrina ha descubierto la teoría de la gravedad ayudada por mi celular quien, testigo del experimento, descansa en el suelo.

Y pienso...

... que quizá haya mejores maneras de terminar el día, pero justo ahora no me gustaría que fuese de otra forma.

"Cindy Santos" en la voz de una pequeñuela de 2 años me parece el mejor sonido del mundo.

Y Siena... ronronea.

Tercer intento.

No me gustan los blogs, siempre me olvido de ellos.

Puse en el título "tercer intento" aunque en realidad he perdido la cuenta de cuantas veces he iniciado y cerrado blogs. He de ser muy inconstante para no poder mantener un sitio de estos y eso que siempre pasan cosas que contar...
Será que no existen personas a quien pueda contarlas.

Sea como sea, aquí un nuevo blog...

Y si algún día me acuerdo de que lo creé quizá vuelva.

¡Hola blogósfera!